lunes, 7 de febrero de 2011

Aceptamos

Como un viejo tren que sabe bien cuál es el efecto que genera al partir de la estación, que se siente satisfecho de llegar a su destino, pero no orgulloso. Como un tren que simplemente disfruta y celebra el papel que ya un día eligió y aceptó para sí mismo.
Así nuestro corazón nos guía, nos secunda, nos anima a elegir, a aceptar, a celebrar este presente, a poner nuestro esfuerzo en llegar a lo profundo más que en llegar a la meta.
No esperamos, aceptamos lo que ya elegimos... y entonces la vida se convierte en ese algo mágico y conectado con lo divino, capaz de sorprendernos Km más allá de nuestras expectativas.