viernes, 27 de mayo de 2011

CREMALLERA

     Eh! Despierta! Llega la hora, quiero contarte una historia y necesito que abras tus orejas y tus manos. Abre bien tus ojos y abre bien la sonrisa. ¿Sabes? es que uno entiende mejor cuando sonríe...
     Para mi aquel día fue una gran sorpresa. Estaba tranquila, comiendo una onza de chocolate en el banco de la plaza, cuando de pronto, todo quedó inundado por una decena de niños que jugaban a la pelota. No era una pelota como la que tenemos ahora, estaba hecha a mano con papel de periódico bien prensado y muchas tiras de plástico colocadas con esmero a su alrededor. Todos corrían y gritaban, y reían y soñaban. Soñaban con ser futbolistas famosos, o con esa chica tan guapa de la escuela, o con el bocadillo que vendría a traerles su madre, o con el verano que estaba a punto de llegar, nadando en el río.
     Todos soñaban, y también esa chica rubia y con ojos azules que los capitaneaba a todos. Ella también soñaba con contar historias, inventar juegos y no perder nunca la sonrisa en su boca y el brillo en su mirada.
Eran tiempos sencillos, no fáciles, pero sí sencillos. Uno llevaba por todo equipaje unas zapatillas viejas, una camiseta heredada de algún primo o hermano y un pantalón sin bolsillos.
     Todo lo que había que transportar (canicas, una cuerda, un palo o una pelota) se llevaba en la mano y se colocaba en una piedra cuando se quería jugar sin molestias.
     Fueron pasando veranos, y goles, y canicas, y amigos, y sonrisas. Los niños fueron creciendo y aprendieron a usar zapatos, camisas con gemelos y corbata, pantalones con cinturón y con bolsillos. Y en sus manos llevaban maletines, y casas, y trabajos, y esposas, y jefes. En sus bolsillo llevaban dinero, y miedos, y sueños, pero ya ninguno se atrevía a dejarlos apoyados en una piedra...; y así pasó tanto tiempo que muchos olvidaron que todas esas ropas y objetos, no formaban parte de su cuerpo, que podían volver a correr ligeros con tan sólo decidirlo; que podían volver a soñar simplemente con buscar luciérnagas, y tumbarse en una piedra a encontrar formas en las nubes.
     La niña rubia de ojos azules que les capitaneaba, también había crecido, sin embargo, pese a que en algunas ocasiones lo había intentado, jamás logró aguantar mucho rato zapatos, ni corbatas, ni casas, ni maletines, ni jefes. Ella era la capitana y en algún momento de su historia decidió liderarse a sí misma.
     Había aprendido a llevar pantalones con bolsillos donde a veces cargaba cosas. Como a todos, a veces, ahí se le colaban sueños pendientes, miedos, alguna preocupación o algún enfado; pero casi cada día, esas cosas le estorbaban y ella vaciaba sus bolsillos para llenarlos de sueños realizados, de cuentos e historias, de juegos y de magia que compartía con otros y que dejaba en una piedra mientras jugaba con los niños.
     Así en una elección consciente realizaba esa hazaña cada mañana, vaciando sus bolsillos y llenándolos de lo que de verdad le importaba.
     Pero ocurrió un día que uno de esos monstruitos que se disfrazan para no dar la cara, cansado de que le sacaran del bolsillo y no le dieran importancia, decidió en un descuido meterse en la tripa de esa niña que ya había crecido y utilizarla como morada.
     Estuvo feliz por un tiempo, e incluso logró el protagonismo que tanto ansiaba. Creía que había ganado, que nadie podría echarle. Pero fueron llegando flores, cartas, amigos, familia y vecinos de la niña, y fueron devolviéndole la magia, y los cuentos, y las historias, y las sonrisas que ella les había regalado. Y eso fue cobrando tanta fuerza que el monstruito quedó eclipsado. Él quería irse porque comprendió que nunca sería feliz en ese cuerpo, ni tendría la relevancia que deseaba.
     Como no había otra salida para él, la niña permitió que le colocaran una cremallera en la tripa, que abrió para que el monstruito saliese. Y antes de cerrarla la llenó de nuevos sueños, de historias por contar, de juegos por inventar, de cariño, de sonrisas para su boca y de brillo para su mirada.
     Y ahora cada vez que un grupo de niños aparece, ella saca una pelota de papel de periódico y plásticos de su cremallera, un dibujo, un pincel para dar forma a las nubes, unas pompas de jabón, un abrazo que cura heridas o un sueño en forma de onza de chocolate. Y está feliz porque ya nunca más necesitará pantalones con bolsillos que deba vaciar ni llenar. Tiene su cremallera y unas manos para transportar lo que necesita (canicas, un palo o una cuerda), y lo dejará todo sobre una piedra para comenzar cada día a jugar sin molestias.

lunes, 16 de mayo de 2011

¿Cuál es el que tiene más corazón?



Muchas realidades posibles, tangibles, confluyen en un ahora que debe elegirse a través de pasos y decisiones. Entre tantos caminos abiertos y vislumbrados ¿cuál es el que tiene más  corazón?
No es adaptándonos y encajando en los patrones ya establecidos como uno logra ser verdaderamente útil en su vida y en la de esta Tierra y sus habitantes.
Renovarse o morir. Uno no puede seguir siendo lo mismo simplemente porque no lo es. A veces nos empeñamos en ser buenos en una versión parcial de la realidad, que ya está definida por muchos y que tan sólo es una versión parcial pobre de uno mismo.
MIRADA PROFUNDA AL INMENSO VACÍO. SIN MIEDO.
¿Cómo transmitir la pasión y la emoción que pone en marcha la maquinaria de nuestra alma? ¿Cómo encontrar el botón o la llave que difiere en ti y en mi, pero que en esencia son lo mismo?
Confío en llevarte conmigo en estos momentos de revitalizante soledad, y que esa parte de ti que me acompaña pueda alimentarse a la par que yo, de mi respiración y del horizonte que se descubre ante mis ojos.
Voy dejando caer sensaciones que no elegimos pero que nos acompañan. Van transcurriendo Km sentada en este autobús que se me antoja un paréntesis en el tiempo y en el espacio, y así, despacito, el mundo se va desnudando ante mi sueño, sin miedo.
Acompáñame, el latido nos espera. Nuestros pasos son como un tambor sobre la tierra, activando su pulso, armonizando sentimientos. No atrapemos nuestra risa en el bostezo de estrellas derramadas que murieron muchos relojes de arena atrás. No dejes que me duerma, quiero despertar la piel y los sentidos. Por favor, no adaptes tu magia a ningún perfil esperado. No encajes. No aceptes. No te rindas. No mires el mundo desde la ventana. No estudies los libros adecuados ni escribas lo que quieren leer. No hasgas lo que espero. No quieras estar seco cuando toque derramarse. No te vistas cuando vengas a verme. No permitas que me crea mi papel.
Acompáñame más allá de nubes, límites, fronteras, miedos o expectativas. Tengamos el valor de andar el Camino. AHO MITACUYE OYASIN.

lunes, 2 de mayo de 2011

Sólo te pido que sientas, que cierres los ojos
y te dejes llevar por el rumor de los bosques
que esconden secretos entre sus hojas.

Sólo te pido que sueñes y hagas de tu sueño un camino
 protegido por piedras en las que a veces, tropiezas.

Deja fluir tu alma y libera tus pensamientos,
sólo tu espíritu sabe dónde te lleva,
dónde te para y de quién te acompaña.

Cuando los rayos del sol puedas sentir filtrado
por un bosque como éste,entenderás por qué
 la magia de los ríos nos abre los corazones.

A cada paso,
 las respuestas se mezclan con nuevas preguntas
y estarán en equilibrio cuando descubras
que no importan ni preguntas ni respuestas,
sino los pasos que debes dar para caminar entre ellas.

Siento y suelto



Siento todos los reproches que hice en tu vida, sólo fue falta de valor para afrontarlos en la mía. Siento todas las veces que puse quejas y tristezas en las rutinas del día a día, tal vez me faltó fuerza para sonreir y sostener la alegría que nos habita. Siento los sueños que no apoyé en tu camino, porque reconozco que sólo fueron una parte de los que traicioné en el mío. Siento los desvelos que traje en tus noches por no tener la paciencia de respirar y descansar en las mías. Siento las veces que te obliqué a ser reflejo de mi misma, por no ser capaz de reconocerme en mi propio espejo.
Siento y suelto. AHO METACUYE OYASIN.

Canto -Silencio



"Fíjate hermano cómo vas cantando, toda la Tierra te escucha"... Escucha tus pasos, tus latidos, tus rezos y pasiones. Escucha tus alegrías y también tus quejas, y se convierte en el eco de tu voz y de tu ser.
La Tierra en la que vivimos es un reflejo de lo que somos, en su grandeza y esplendor y también en sus miserias. En su fuerza y en su debilidad, en su guerra y en su paz, en su furia y en su amor, en su egoísmo y en su generosidad. La Tierra y sus criaturas son nosotros, son yo soy.
Queremos cambiar y sanar el mundo pero a penas damos un paso para cambiar y y sanarnos a nosotros mismos, y por eso no resulta. Metemos nuestra fuerza, nuestro foco, nuestro intento y nuestra atención en la dirección equivocada. Es hacia dentro y no hacia fuera donde debemos viajar, escuchar, soñar, conocer...
Tengo la oportunidad, pido la fuerza, pido la voz y la palabra, y esta vez la utilizo bien, y tal vez eso me lleve al silencio del que surgió la vida, en el principio del Universo. AHO METACUYE OYASIN.