miércoles, 31 de agosto de 2011

Medicina para el alma

Hay momentos en los que la vida no es traumática, ni heróica, sencillamente te lleva como en un viaje a través de ti mismo para que puedas recorrerla. Así, existen medicinas para el alma difíciles de explicar, pero una vez que las sientes... no te cabe ninguna duda, que te salvaron la vida.

sábado, 6 de agosto de 2011

Las palabras

LAS PALABRAS SURGEN CUANDO EL ALMA BUSCA.
CUANDO EL ALMA ENTIENDE TODO CALLA PORQUE
HASTA EL PROPIO SILENCIO SE VE SOBRECOGIDO.

jueves, 4 de agosto de 2011

Más de 100 mentiras... que valen la pena

Cuando era más joven (digo en años, porque en espíritu me supero a cada instante, je,je), tenía la fantástica manía de retorcer los malos días para sacarles jugo y recordarme a mi misma las más de 100 mentiras por las que la vida vale la pena. Y así rellenaba folios arrugados de esos pequeños detalles que marcaban la diferencia y nos rescataban como al pez que después de pescado deciden devolver al mar, para que a pesar de su corta memoria, pudiese celebrar el hecho de estar vivo.
Ya perdí esa costumbre, sin embargo hoy, tal vez porque es un día cubierto con un halo melancólico o porque simplemente me da la gana (por suerte no todo tiene que responder a un por qué) me doy el lujo de rescatar de la memoria esa genial costumbre y comparto con quien quiera escuchar, estas mentiras que son más verdad que cualquier verdad que hayamos aprendido.
Dormir cuando tienes sueño. Comer cuando tienes hambre. Beber cuando tienes sed. El cielo estrellado de las noches de verano justo cuando vuelves a casa. El sol de invierno. La copa de vino en buena compañía. Las nubes dulces y congeladas. El olor a barbacoa en casa del vecino. El mar mojándote los pantalones que con mucho cuidado habías remangado. La canción que dice lo que necesitas oir. La sonrisa inesperada. Los chistes sin sentido. Las conversaciones intemporales en la puerta de casa. El olor de la tierra después de una tormenta de verano. Los macarrones al horno con mucho queso. El abrazo prolongado y compartido a partes iguales. La Pedriza. Los viernes por la tarde. Los sábados por la mañana. Abrir la ventana al despertar y que haya salido el Sol. La luna llena. Los sobrinos y otros peques que se convierten en personas que te emocionan. Las terrazas con cerveza fría y aperitivo. Los viajes cuando empiezan. Los viajes cuando regresas a casa. Tu cama con un edredón que te envuelve. Las siestas debajo de un árbol. Los amaneceres y atardeceres en cada rincón de ti mismo. Los conciertos. La magia. Las pelis con magia. Los entendimientos silenciosos. Los taper con comida de la abuela. Llegar a casa. Abrir la nevera para ver qué te apetece. El cuento que se crea sí mismo. El Amor que triunfa. Los aspersores que te sorprenden y te empapan o los que te empapan por que vas a encontrarte con ellos. Sentarte en una piedra en lo alto de la montaña y descubrir que el horizonte es infinito. Reconocer un momento como algo único e irrepetible. Sentir que amas. Sentir que eres amado. Llorar de alegría. Emocionarte sin más. Descubrir que la vida es una broma muy seria y reir sin parar. Sentarte cerca de un fuego. Abrir la ventana cuando llueve. Bailar sin coreografía. Seguir caminando. Reconocer el ahora como un presente. Presentarte sin guión. Vivir sin miedo...
Más de 100 verdades para deshacer mentiras. Y como empezaba esta lista me voy a disfrutar, voy a dormir porque tengo sueño. 

Con ganas de Lola



La tarde cae sudorosa sobre los tejados secos de tanta espera, el cielo se tiñe rojizo por la sangre que derramamos en sueños que nos definen y que no siempre cumplimos. Las piernas saturadas de recorrer caminos que llevan a ninguna parte y mientras, como dice Sabina "una gota de plomo en el lagrimal" condiciona nuestra mirada.
Busco retazos de vida en una cerveza fría, en un hoja en blanco, en el humo que nos mantiene alerta, busco retales de esperanza en unas vísceras que fieles a nosotros mismos siguen cumpliendo su cometido... y así entre palabras y canciones y vecinos que limpian la cara a su casa como una extensión de sí mismos, me busco a mi misma y trato de leer golpes de suerte en los escritos de otros. Me reconforta intuir que la vida sigue abriéndose paso, que sigue existiendo en "Cómo olvidar Madrid en 10 días", en "Generación éxito", en "Principio de incertidumbre", en "Las tardes de la iguana", en las siestas de verano o en las noches de cualquiera...

Y confieso que te echo de menos, no como persona que vive y existe, y sigue luchando, y amando y arrancando palabras de las cosas más insospechadas, sino como aquel reflejo cercano que me recuerde que es posible escribir, trabajar y existir por un instante no para los demás sino para uno mismo. Como alguien capaz de recordarnos que tal vez merezca la pena no ganarse la vida, que por derecho nos corresponde, sino simplemente vivirla y saborearla, despacito, al ritmo de un silencio que nos desborde y se desborde a sí mismo dispuesto a decirse la verdad, para que ya nunca pueda ser negada.
Sigue derramándote, sigamos mirando al cielo y al suelo, dejemos de mirar la pizarra que nos alecciona y nos duerme, paremos la vida en un instante, sin  principio ni final y hagamos que la Tierra gire en sentido opuesto y pueda sanarse y reconocerse también en nosotros. Sigue... yo te espero.