martes, 12 de abril de 2011

Caminamos sin saberlo hacia aquello que elegimos. Recordamos sin querer en el momento preciso. Amamos aquello que hay de verdad en nosotros y nos enamoramos de lo que nos da la oportunidad de crecer. Sonreimos a la vida que nos despierta del letargo. Nos despertamos cada día para hacer realidad nuestros sueños. Soñamos aquello por lo que elegimos nacer. Nacemos en el afán de mejorar el mundo. Recorremos el mundo para conocernos a nosotros mismos. Somos aquello que hacemos y decimos. Nos movemos para no morir a cada instante. Inspiramos aquello que nos emociona. Nos emociona el arte con el que se diseñan momentos. Somos conscientes que los momentos marcan nuestra vida. Sabemos que la vida es un círculo infinito sin principio ni final. Porque todo tiene un principio y por que todo tiene un final, la vida merece ser vivida. Las personas son regalos que merecemos cuando los valoramos como tal. Lo que vale no tiene precio. Lo que tiene precio, hace que trabajemos cada día. Lo que nos gusta no es un trabajo. Lo que amamos nos hace disfrutar. El disfrutar requiere que pongamos algo de nosotros mismos. Lloramos cuando ya es demasiado tarde. Nunca es tarde para llegar a tiempo. No existe tiempo en la eternidad del Universo. El Universo se resume en una mirada. Cuando miramos algo lo convertimos en real. La realidad es sólo una parte de la verdad. La verdad tiene mil caras. Todas las caras son parte del mismo rostro. Ese rostro no está definido. Caminamos para definir nuestra existencia. La Existencia tiene infinitos caminos. Todos los caminos son para nosotros, pero nosotros no somos para todos los caminos.