Hoy me levanté de ánimo creativo y pinturero, consciente de mi capacidad para diseñar paisajes y profundos horizontes que conecten sueños. Practico muchos artes. A veces cocino amistad y oportunidades de reencontrarse al horno acompañado de un vino con esencia e invito a amigos a practicar eso de traspasar el tiempo. Otras veces paseo, escribo, abrazo, leo, imagino, juego, estudio, hago pompas de jabón, riego las plantas, veo pelis, me emociono, miró a un bebé, no hago nada, duermo la siesta, limpio, ensucio, me apoyo en un muro al sol y cierro los ojos, respiro... en fin, como os digo son muchos los artes que practico y lo hago consciente de que en ese instante estoy creando la percepción de mi vida y la de aquellos a los que soy capaz de tocar.
Hoy por ejemplo, coloreé un sol brillante y calentito en esta mañana de otoño y se lo regalo a Elena, que anda pachucha y la da fuerza el calorcito y a Bea que aunque nunca está pachucha resurge de sus cenizas con el sol, o activé un sensor en el centro del pecho de Marta para que siempre sienta cómo está su chico, aunque sean muchos los kilómetros que los separen y el teléfono no funcione. También dibujé un abrazo y una ilusión por descubrir la vida en los ojos de mis sobrinos, para que fundan y diluyan todas las cosas que preocupen a mi hermano. Planeé una película antigua y con capacidad de transformarnos, para que mi tía, mi abuela y mi madre puedan compartirla juntas en el sofá de casa, con manta y mucho AHORA. Susurré en sueños miles de juegos a los niños para que nunca falte la alegría y la oportunidad de crecer, y lo aderecé con un poco de Alba y de Vero que siempre están queriendo jugar a lo que sea. Puse una Tere en la vida de mucha gente para que como un campo bien abonado lo que de verdad importa, florezca. Coloreé un Scott fiel, mimoso, peludo y feroz para que custodie los corazones de mis amigos allá en Argentina. Construí un escenario para Adela en el que poder subirse a diario porque sé que sabrá qué hacer con él; y una respiración profunda y divertida para que Celia y Esme no se estresen y sólo disfruten. Compré una caja de pinturas para que Ana y su preciosa "sombra" puedan seguir teniendo siempre ese derroche de color. Para mi misma, me inventé una vida rodeada de ellos, de Darío y su/mi familia, y de muchos otros, para seguir practicando cada día el arte de amar y disfrutar sin condiciones.
Hoy animo a los humanos, artistas todos ellos por naturaleza, a que desenfunden sus herramientas creativas ya sean ordenadores, cacerolas, limpiacristales, pinceles o brochas, lápices o pizarras, un hazadón o su propio cuerpo y que las utilicen para reflejar la belleza que desean, y oh!! sorpresa!!!!... esa belleza florecerá a su lado